jueves, 23 de enero de 2014

Épocas disléxicas

·Pero me di cuenta, por primera vez, y esto no está escrito para otras bocas, de que en realidad, lo que empezaba a cansarme ya no era yo misma y esta estúpida imposibilidad de autocontrol. A mi no me importaba ser quién era hoy. Lo que ya no podía soportar más era a los otros. Esos que de alguna manera siempre habían estado condicionando mi forma de mirarme. Qué ridiculez. Podría haberme devorado el tiburón más grande y habría seguido pensando que era culpa mía. Cómo me pesan los demás, y qué molestos me resultan. Cuando inquieren, cuando balan, cuando dicen qué... Qué molestos me resultan. Ya no me apetece agradarles más. Verás, ese es el problema. Ahí fue ni más ni menos cuando comenzó el problema. 

Cuando empecé a aceptar que yo era lo que era, y que ellos eran los que eran, y que así había sido durante todo este tiempo...


Akata.

miércoles, 15 de enero de 2014

Hambrienta incertidumbre



MORDER

Morder. 
Carne, sangre, avenidas. 
Sexo. 
Rabia, futuros, un cuello. 
Tú cuello. 
La tarde, la sangre, un músculo. 
Aliento. 
Lo que sea, 
                 pero morder.

Akata.

lunes, 13 de enero de 2014

Un muerto encierras




Han venido a recordar al muerto. Todos estaban muy pálidos. Papá sorbía una cerveza caliente y miraba el sofá atestado de ancianos. Mamá sólo sonreía. Nunca la había visto sonreír tan fríamente. Parecía más muerta que yo que, con la piel azul mar, permanecía inmóvil contemplándoles desde esa otra parte que dicen que no existe.

Siempre quise saber quién vendría a mi funeral. Ahora únicamente deseo que se marchen. Hipócritas de mierda. La mayoría apenas si cruzó dos palabras conmigo. Otros ni siquiera me felicitaron el día en que me gradué. Da igual, qué debería importarle a un muerto lo que haya en el mundo. Aquí los sentimientos son extraños, extraordinarios. Todo se percibe con mas calma, como cuando quieres enfadarte sin tener razón, que al final respiras hondo y encuentras un rincón de paz que te hace evadirte de la rabia. Pues algo así.

Mi hermano está aquí. Vaya. Nunca hablé más de diez minutos con mi hermano.-qué idiotas- Teníamos miedo de mirarnos. Supongo que éramos vulnerables el uno con el otro, y eso impidió que nos abrazásemos o que nos apegásemos de más. Me alegra verle, sigue igual de gordo y serio. Cómo le quiero, joder.

Qué oscuro está todo aquí, pero qué silencioso. Eh, alguien me toca la mano. Anda, mira, es él. Él redimiéndose, él ocultando los ojos rojos, él cansado de tanto llorar...Llorar no importa en realidad cuando hay tanto dolor. Lo estoy viendo. Llora porque no puede mitigar el dolor de otra forma. Pero qué importa llorar cuando hay tanto dolor. Sé que encierra un muerto casi tan muerto como yo esta tarde. Qué cosas tiene la existencia... Unos contemplan su ascenso y caída, yo tuve el placer de contemplar mi funeral...

Y ahora, todos en círculo indio, se ponen a contar anécdotas sobre lo loca que estaba o lo buena persona que fui y el bien que hice a muchos de ellos. No fui tan perra, es verdad. Pero tampoco me comporté de las mejores formas posibles. Es cierto eso de que "Uno siempre puede ser una versión 2.0 de si mismo." Pero al fin y al cabo, somos lo que deseamos sin ser lo que somos jamás. Yo siempre esperaba convertirme en aquello que sería. Qué estupidez tan bruta. Ahora lo pienso y debo ser más ridícula que este cuerpo inerte que aun guarda en caliente mi conciencia. Viene Irene. Joder, Irene; de las pocas personas que voy a echar de menos allá donde me apague. Tan sigilosa, tan dulce y tan correcta. Tan efervescente a la vez y tan agradable. Tan todo y tan ella...Hablar nunca estuvo de más ante sus ojos. Daba igual lo que se pudiera decir, jamás se hablaba por hablar. Con ella no. En ella nunca. 

Ojalá pudiera contarles que todo está bien. Que la muerte es como tirarse en el sofá después de un día de trabajo y nada más. No pesa demasiado morir. Pesa más extrañar la vida a ratos. Pero siguen ahí, como si nada, alabando mentiras sobre mi. Sobre el ser humano que fui en ocasiones. Es bonito pensar que cuando ya no puedes hablar, otros hablarán de ti y, además, sólo dirán que te quisieron algún día en sus vidas. Se quedarán pensando que pudieron haberte saboreado un poco más. Papá bebe demasiado ahora. Mamá sonríe demasiado ahora. Yo sigo pensando tanto como siempre. Pero ya no oigo el ruido blanco de fondo. Me siento aliviada. Ya no hay molestias tras el frívolo cristal de la demencia. Les veo tal y como son: frágiles, sencillos, embusteros, dependientes, cálidos, humanos. Perfectos. Y antes de querer dormir un poco más, me alegro de esta tarde, de mi muerte, de la última que voy a tener antes de tirarme al sofá y ponerme la nueva de Clint Eastwood. Ojalá supieran que estoy bien, que aun guardo las resacas de todas las borracheras y las palabras de todos los gestos que nos regalamos. Ya no les odio tanto. Ya no son más hipócritas de lo que yo pude llegar a ser. La muerte tiene esa especie de toma de consciencia que nos humaniza, nos da humildad. Supongo que me estaré volviendo una blanda ahora que mi cuerpo está tan duro. Qué paradojas...

Pero, en fin, la muerte no está tan mal, aunque obviamente la vida es mejor. Así que si alguno de los que está mirándome vacía puede oírme, joder, que viva mucho y muy fuerte, que se reviente el pecho y haga todo cuanto quiera hacer y no se quedé ahí parado suplicando a una silla. Después de todo, va a tener una  vasta eternidad para verse la filmografía entera del maestro de los Western después del curro. Qué guapos estáis esta tarde, cabrones.


Akata.



viernes, 10 de enero de 2014



No son los poros los que exudan la sangre de tu olvidado amor. Hay orificios más puros en mi cuerpo que nunca te han olvidado. En la proyección del sueño, como un animal fantasma, te beso dulcemente acariciando el instante justo antes de partir. La realidad es que sangro porque se que existes, aunque no sepa en qué lugar te encuentres esperando...

Akata.

miércoles, 8 de enero de 2014

La soledad o el beso

La soledad o el beso



La soledad se alarga en mi como una sombra a punto de ser exterminada por el amanecer. El vacío de la habitación fría y dormida. Las letras de un libro pronunciadas en voz alta, marcando el eco angustiante de mi voz absurda. La soledad es mi fiel amiga, mi desestimada compañera de juegos. Vemos los árboles mecerse tras el muro del silencio. El silencio no está mal cuando la soledad es amante pasajera. Aquí, no se exáctamente dónde, hay demasiado silencio... Me tomo un te, respiro, camino calle abajo. Se que los enamorados me miran como si no comprendieran que sucede. Se que los enamorados no entienden las bufandas que cubren hasta el techo, hasta la punta de la nariz. No me acostumbro a tan estática soledad, tan muerto a un lado de mi cama ella. Sudar corriendo, hablar con los demonios, evadir los tiempos, tomar una cerveza, ir al cine, esperar, esperar, esperar...La dama avariciosa se ha adherido a mis pulmones con sórdida paciencia. Respiro ausencia por todos los inviernos. La soledad asquerosa que me está consumiendo, que me obliga a preguntarme estúpidas mentiras, a desear imposibles compañeros. La soledad se está pasando de la raya, puta ermitaña de mi cuerpo. No la soporto.


Akata.

jueves, 2 de enero de 2014

"QUE NO TE DIGAN QUE OLVIDARTE ME HA SALIDO GRATIS"




No tengo mucho más que decir, ya se acabó la ruina.
Sigo en la cumbre de esta historia que se muere,
pero ahora
la lengua húmeda,
tormenta que profetiza el frío,
regresa.

Así te encuentro dentro de mi cada segundo,
tomando fuerte mis muñecas,
como si pudieses arrancarme el pálpito
y atorarme el deseo.

Nunca
me había pasado esto, la ilógica imagen
que no se corresponde,
el marco de un cuadro que no encaja,
Saber
que la mentira es lo que quiero.

Nunca creía que me verías tiritar
 en la sudorosa vulnerabilidad
de mi cuarto.

Extraño ser,
¿Yo? la que abandona.
Pero siempre fui más fuerte
que un fiero rechazo.
He visto lo que hace el tiempo al hombre y juro
que es lo único que espero.
¿Para qué quiero más miedos
que esconden
soledades?

Estuve por encima de mi,
ya no (me)te temo.



Akata.