martes, 29 de diciembre de 2015

Si yo soy...




SUPERNOVA

Si yo siento como siente la libélula
que rompe el río
y como el agua que desborda el vaso.
Y siento como siente el mar 
el corte
de la aleta feroz 
de una gran sacudida.

Y si siento como Isolda tras la ausencia
y como Maggie antes del golpe-la sangre
en todas partes- la extensa locura,
el grito de la noche
la montaña 
en su aullado manifiesto. Y como Maeve 
ante Esus despojado
o Naoko ante la sonrisa estúpida 
del suicidio de su amante.

Y si yo, en toda mi bravura y existencia,
en los vasos de veneno poderoso  -que aortan en los bares 
de siempre 
mi pesada costumbre 
de amarme a cuchillazos-. Siento de esta forma 
tan de selva, tan de llama, 
tan de ruina impronunciable,
tan de catástrofe
o de monstruo picudo 
                                    y liberado.

Entonces, no me queda más remedio
que dejar de aceptar 
                                carne putrefacta
                                                           y fuegos 
que no son 
fuegos de nieve-azul no es
el nombre de una supernova. 
Y dejar, sin remedio, de dar mi alma 
por un gesto
                    que siempre mama de la huida.

Entonces- me dije a los ojos de la niña desgarrada-
si yo soy capaz de sentir
como si el mundo fuese
                                      una gran conmoción irrepetible

Jamás

En el amor

me pienso conformar con menos.



Diana Forte.

martes, 22 de diciembre de 2015


SEVILLA TIENE UN COLOR ¿ESPECTRAL?


Diario del día número quince:

 Sé que me lo he inventado porque aquí el tiempo no tiene límites. No puedo dejar de pensar, mientras veo películas y escucho el silencio del lugar en el que me encuentro, que esta va a ser la morada de mi soledad el resto del año. Voy a quedarme aquí para contemplarme todas las noches muerta de miedo y echando de menos todo lo que una vez creí insuficiente. No puedo dejar de pensar " estoy tan lejos de casa. Estoy tan lejos. Tan lejos." Tengo un pánico atroz a olvidar el olor del galán de noche del restaurante que está justo antes de llegar a la puerta de mi hogar, de olvidar el río, mi río feo con palos y suciedad que envolvía las tardes y las hacía poderosas, diferentes al resto de tardes de cualquier parte del mundo. Lo cierto es que no pertenezco a ningún lugar en el que he estado, ni  a ninguna persona en la que he vivido. Pero extraño tanto mi ciudad, los árboles, el frío del invierno y su humedad calándome hasta los huesos... Tengo tanta morriña de los ojos conocidos, de los bares donde he vomitado y he besado y he reído de madrugada cuando ya creía que la noche había dejado de tener sentido... Lo echo de menos todo. Y es tan difícil explicarle a alguien que no eres tú la diferencia entre odiar y sangrar, sufrir y agacharse para recoger los pedazos que nos quedan. Estoy tan alejada de lo que soy, de quién soy y de quién pueda mirarme a los ojos con la intención de descubrirme, que no sé si algún día voy a reventar por dentro y voy a desaparecer sin dejarme ni rastro.

Érase una vez el pasillo más largo de la noche

hasta la puerta harta del círculo blanco del silencio

allí una dama de largos cabellos rojizos y trémulos

Se alza a la espera de un segundo barco.

<<¡No hay barco!>> Gritaba la voz de un marinero desde

el salón profundo y tormentoso.

Érase una vez el miedo en forma de lugar amaestrado

y  sorprendido.

Yo no soy de aquí, es la extrañeza,

vivo de los recuerdos de todo lo que me queda,

de nada

lo que me queda

lo que el silencio clama,

 lo que la lluvia dice que vendrá mañana y no llega.

El sol se ha esfumado, la calle tiene el corazón de otro, pero no lo recuerdo,


y quiero volver a mi hogar, 

a ver la risa de mis padres, 

el llanto de mis sueños,

Quiero volver a sentirlo todo.



Diana Forte.

lunes, 21 de diciembre de 2015




EN UN LUGAR DE LA BARRA...

Por que la noche es una jungla 
donde el yo te busca 
arrancándose la piel para enseñar el líquido enfermo. 
Porque las palabras de arrogante sin sentido 
pesan más 
que un adiós mal enunciado. 

Yo se que la vida nos incordia, 
que el cristal del coche nos protege
De ese mundo al que llamamos mundo
cuando los horizontes hierven.
Mi noche es una blanca cicatriz.

Pero no te realizas, no mueres, 

no existes 
no destruyes.

El cataclismo sin la vena
La costra sin la alforja
La soledad sin la masacre 
Yo no quiero, 
ser la nada de los tantos a los veinticinco y medio.
Y no soporto, la libertad del hombre 
tras el muro
que al final ha roto
Con la pena
Y a hecho de la mochila una costumbre.

Yo no quiero
Tener que odiarte, porque aún te tengo
Aun me incendias.
No quiero,
pero recuerda que las llamas son
las llamas.

El fuego sin el trago,
la nave sin el muro
La libertad sin la belleza


Yo no quiero.

Porque la noche es una jungla donde
la niña de ojos negros
vuelve atrás.


Diana Forte.