miércoles, 13 de diciembre de 2017

AMAR PERTENECE AL INSTANTE



(EL HUECO DEL AGUA ENTRE LAS MANOS)

Me dijo: coloca tu pelo así, entre la estrechez de mis manos y la figura de un recuerdo. Lo hice, convencida de que el amor era ceder a los deseos del frustrado. Y todo mi pelo se agotó en un silencioso ojo escudriñador. Quería volver a verme, no como lo que era, no como la mujer cansada que sigue adelante, sino como aquel sueño de bar en que un día decidió quedarse. Yo no era ya la figura reflejada en el metal de los borrachos, ni era la mujer ruda que se tinta las entrañas para que la puedan observar solo unos pocos. Era este cuerpo lleno de heridas imperecederas. Era también este gesto de los dedos elevados hacia el extremo de la cara que hoy no tocan. Era el chasqueo de mi lengua al saber que te vería, después de aquella noche. Era la chica del pelo rizado que arranca sus raíles. 

Me dijo: baila para mí como cuando éramos árbol y sal; y el aroma del mundo nos pertenecía. Ojalá le hubiera dicho que también sale grava en las estrellas. Él, buscando un recuerdo en la eternidad de mis labios; yo, llorando en la tarde, con campanas de fondo de la ciudad corriente (Sevilla en el perfil de mis dientes cansados, de mis palabras cayendo como canicas en mármol). Pon tu pelo así, como si no fueras tú aún, y pudiera verte como la mujer que deseé. 

Pero el deseo no vale para amar, el recuerdo no vale para amar. 

Amar pertenece al instante.


Diana Forte.